Los antioxidantes son unas moléculas que evitan la oxidación de otras moléculas, sobre todo cuando éstas están expuestas a los radicales libres. Por ello, son capaces de retrasar el desgaste y deterioro de la piel, órganos y tejidos.
Existen miles de compuestos fenólicos por lo que cada fruta u hortaliza tiene su propio conjunto de antioxidantes. A su vez cada tipo de antioxidantes protege contra un cierto tipo de daño molecular. Así, es conveniente consumir diferentes tipos de verduras y frutas ya que ninguna ofrece por sí sola todo lo que necesita una dieta variada: vitaminas A, C y E, minerales como el selenio o el zinc, carotenoides y polifenoles.
Una forma sencilla de descubrir si una fruta es rica en antioxidantes es el color, a más color, más contiene. De hecho, los polifenoles abundan en los vegetales de colores vivos en la gama que va del amarillo al rojo oscuro y se encuentran en la cáscara y piel de las frutas. Posiblemente, entre los más conocidos se encuentre las antocianinas, presentes en los arándanos, las flavonas y el resveratrol.
Las antocianinas son responsables del color rojo, azul y violáceo de los frutos rojos como las cerezas, las moras o las grosellas. Mientras que las flavonas se encargan de dotar de color amarillo a todas las frutas en las que están presentes como el limón o el plátano. Por último, el resveratrol está sobre todo en la piel y en las pepitas de la uva negra.
Múltiples colores
El color indica también el tipo de antioxidante que hay en cada alimento. Los carotenoides lucen colores entre el naranja, rojo y verde. Aunque las zanahorias, calabazas, y por supuesto, las naranjas, son los mejores ejemplos de frutas y hortalizas ricas en carotenoides.