Las abejas son sinónimo de vida

Las abejas, como polinizadoras, son insustituibles para el medio ambiente y, por tanto, también para los seres humanos. Junto a la planta de producción de Biotta, en el lago Constanza, cinco colonias de abejas se afanan en su vital labor.

Cuando los primeros rayos de sol asoman por el horizonte e iluminan el Hotel Biotta para Abejas, estas ya han emprendido su camino para recolectar néctar y polen, y el aire se llena de su zumbido tan particular.

Ese alojamiento, al que llamamos Hotel Biotta para Abejas, es una casa de madera construida en 2016, y situada en un prado junto a nuestra fábrica. 

Ernst Kreis, carpintero jubilado y apicultor aficionado, fue el que construyó e instaló esta casa de madera con sus propias manos. De hecho, él mismo se encarga de llevar a las abejas al Hotel Biotta durante los meses de verano (de abril a octubre), y devolverlas a su colmena durante el invierno.

El proyecto fue iniciado por un pariente de Kreis que trabajaba para Biotta. Y dado que Biotta financia diversos proyectos apícolas por todo Suiza, quisimos también colaborar con esta iniciativa y así contar con nuestra propia colonia de abejas. 

"Nuestro padre fundador, el Dr. Hugo Brandenberger, era muy consciente de la importancia de la biodiversidad y la agricultura sostenible. A través del Hotel Biotta para Abejas, queremos ser un ejemplo para los demás", afirma el director gerente Clemens Rüttimann. 

Nuestro Hotel para Abejas es solo una pequeña parte de nuestro compromiso con el medioambiente. Con nuestra apuesta constante por elaborar productos ecológicos, apoyamos también la agricultura ecológica en toda la región, e inauguramos en 2019 nuestro propio sistema de calefacción con astillas de madera, para alimentar los procesos de producción y calentar nuestras infraestructuras con energía verde procedente de materias primas renovables.

Bienen in ihrem Zuhause


El auge de la apicultura 

Erns Kreis es un apasionado de la apicultura desde su juventud, y le ha transmitido esa misma pasión a su hijo. Ambos son los encargados del cuidado de las abejas de Biotta.

"Tuve mis primeras abejas cuando era aprendiz de carpintero, en aquella época, los apicultores tenían que aprender solos”. 

A través de libros de texto y revistas especializadas, Kreis adquirió todos los conocimientos que ahora imparte a los apicultores más jóvenes. 

“Desde entonces, las colmenas se han profesionalizado mucho. Hoy en día, cualquier persona interesada en ejercer el oficio puede asistir a un curso de dos años ofrecido por las asociaciones locales de apicultores, bajo el patrocinio de la organización paraguas "BienenSchweiz".

La organización elabora y distribuye material didáctico práctico y forma a asesores que enseñan a los jóvenes apicultores a trabajar con las abejas.

La apicultura como afición está en auge. Películas como "Mucho más que miel", han transmitido las fatales consecuencias del colapso de las colonias de abejas, y han sensibilizado la opinión pública sobre la gran importancia de los insectos. Ernst Kreis celebra esta evolución: "Nuestras abejas no podrían sobrevivir sin los apicultores".

El culpable de esto es el ácaro Varroa, descubierto por primera vez en Suiza a mediados de los años ochenta. Introducido desde Asia, el ácaro vive como parásito en las abejas. 

Sin un tratamiento ácido regular por parte de los apicultores, para mantener a raya a los ácaros, las abejas morirían en un plazo de uno a tres años. 

Esto hace que el trabajo de los 19.000 apicultores de Suiza sea aún más crucial. La mayoría de ellos crían abejas por puro placer, y otros, como es el caso de Ernst Kreis, por el deseo de proteger el medioambiente: "La naturaleza y la ecología siempre han sido importantes para mí".

Abejas de la miel: mayor influencia en la fertilización de su entorno

Ernst Kreis es el encargado (2 o 3 veces por semana) de vigilar y proteger las cinco colonias de abejas que se alojan en el Hotel Biotta.

Comprueba, por ejemplo, si se está desarrollando una nueva reina a partir de una de las larvas. Si Kreis descubre la larva a tiempo, la retira y la utiliza para establecer una nueva colonia, ya que solo puede haber una reina por enjambre.

La reina puede vivir hasta cinco años, en cambio, sus súbditos, viven entre cinco semanas y nueve meses, dependiendo de si son abejas de verano o de invierno. 

Asimismo, una colonia tiene entre 40.000 y 60.000 abejas. Según Ernst Kreis, esta gran cantidad marca la diferencia para los campos circundantes, dado que las abejas de la miel -a diferencia de las abejas silvestres y los abejorros- viven juntas en colmena, y tienen una mayor influencia en la fertilización de su entorno. 

Además, son el único insecto fecundador con constancia floral, es decir, solo recogen polen de una especie vegetal. De este modo, evitan polinizar las plantas equivocadas, garantizando a los agricultores una cosecha abundante y de primera calidad. 

Además de los campos y huertos, las abejas Biotta también pueden elegir entre los numerosos jardines y parques de la zona. Esto hace que la ubicación del Hotel de las Abejas, junto a la planta de Biotta, sea ideal, dice Kreis. 

En las inmediaciones también fluye el arroyo del pueblo. Esto es especialmente importante en primavera, cuando las abejas necesitan una cantidad considerable de agua para criar.

Agradecimiento de la naturaleza 

Dos veces al año, Ernst Kreis recoge la miel de las abejas Biotta: la de primavera, en la segunda quincena de mayo, y la de verano, entre mediados de julio y principios de agosto. Cada una de las cinco colonias produce una media de unos 12 kilos de miel al año.

Tras la cosecha de verano comienza la alimentación. Kreis prepara para las abejas un festín de jarabe de azúcar, compuesto de dextrosa, fructosa y sacarosa. Esto sustituye a la miel cosechada por las abejas, que habrían utilizado como forraje de invierno.

Incluso después de 25 años de intensa actividad apícola, Ernst Kreis sigue inspirándose cada día gracias a estos laboriosos insectos. "Me parece fascinante observar y apoyar el desarrollo de las abejas durante todo el año".

Seguro que la naturaleza le está agradecida, porque los jardines y prados que rodean la planta de Biotta no florecerían tan abundantemente sin sus abejas.